Reconozco que tengo predilección por algunas personas. Hay ciertos amigos a
los que quiero más, otros a los que no tanto… Creo que incluso podría
haber familiares no inmediatos con los que siento y muestro una mayor afinidad. Lo considero totalmente normal. Creo que
hay gente por la que puedo poner la mano en el fuego y por quién podría llegar hasta mentir; pero por otros,
no. A esos otros solamente
les recomendaría que tengan cuidado porque se van a quemar en ese mismo fuego. Hay gente por la que iría a la guerra y con la que
iría a la guerra, y gente a quien no le tengo ninguna fe en sus propias
guerras, pero que si salen victoriosos, me contentaría mucho. Creo que se
puede querer a las personas en diferentes grados... ‘Te quiero’: a veces es poco. ‘Te quiero mucho’: a veces es más. ‘Te quiero muchísimo’: tiene un gran peso y luego de ese
‘te quiero muchísimo’, ¿qué viene?.... ‘Te
quiero’, nuevamente y resulta que menos es más… A veces, no va un ‘te quiero’,
si no un ‘te amo’ cuando la
historia es muy grande.
Pero el ‘te amo’ no contempla gradaciones. No hay un te amo poco o mucho… 'Te amo mucho' resulta redundante. El amor cuando crece se expande en sí mismo, pero no se
ama por porcentajes. Mi amor nunca creció del 50% al 76,3%, por poner un
ejemplo. El amor no reconoce tibios, ni incompletitud. Amas a alguien o no. Si hay dudas, no la amas. Talvez la
quieres muchísimo… Talvez la quieres, solamente. Pero no hay amor. Cuando sales a la lluvia o te empapas o simplemente no
sales a la lluvia, no hay espacio para relativos. Yo no amo ‘para ver que pasa’.
- ¿Estás con alguien?
- No, no soy con nadie.- respondí.
Estar es eso: sola y vulgarmente, ‘estar’, como una planta, como un
cuadro, como la silla vieja en la que descansa mi campera las noches… Eso es
estar. Me gusta SER con alguien, implica acción. Estar me parece muy pasivo, como para subirnos
en un barco que no sabemos a donde va y que nos lleve el viento. Perdón, no
puedo. Eso no puedo. Nunca tuve tanta suerte como para dejar que el viento me
lleve a donde se encapriche. ¿Estás con
alguien? ¿Estás QUÉ con alguien?... Estoy bien… Estoy mal. No lo entiendo de
otra forma.
No empezaría a salir con alguien ‘para
ver que onda’. No soy una persona tibia. No es que salgo con alguien pensando
que me voy a casar con ella. Cuando salgo es para saber si me gusta o no; si me
gusta como persona, como mujer, como ser humano, como profesional apasionada
porque me gusta que me transmita pasión, no por mí, que soy un desconocido, al fin y al cabo,
sino por las cosas que piensa o que hace. Ojo, no hablo de ver si me gusta para
pensar en ella como novia. Si no de conocer a la mujer detrás del personaje y a
la persona detrás de la mujer. No necesito más. Luego de eso podemos no volver
a vernos nunca más, o vernos todos los días. Hay un abanico demasiado grande de
posibilidades que por la cuadradez mental no queremos aceptar, si me permiten el palabro.
Cuando
yo salgo con alguien quiero saber qué es lo que piensa, y primeramente quiero
saber eso: que ella piensa, aunque no sintonicemos siempre. Eso es lo de menos.
Cuando salgo con alguien quiero escuchar otras palabras que no sean las mías. No,
no quiero enamorarme. No en ese momento, ni quiero que se enamoren de mí… Quiero
conocer sin pausas y sin prisas a mi interlocutora, quiero que no existan esas miradas angustiadas
al reloj que parece que la persona no encuentra el momento de irse y lo busca
entre las manecillas; no quiero chequeos constantes al blackberry, a los
mensajes que recibe, a los tuits que no le llegan… Ya habrá tiempo de eso, y
que los encuentros acaben cuando tengan que terminar. Odio los apuros, las
presiones y los encuentros obligados. Y por obligados entiéndase esos en los
que calza un ‘¡Mierda, por qué le dije que si, si no quiero verlo?’ ‘Si no
quiero salir con ella’
No soy un tipo tibio. No puedo amar a
alguien especulando con el ‘yo no sé mañana… yo no sé si soy para ti, o si serás
para mí’. ¡Esas son obviedades! No voy a dejar de dar mi todo porque no pueda
predecir mi futuro. Como amigo soy tan total como lo soy como hombre, como ser
humano. Siento la obligación de no
perder la coherencia entre lo que digo y lo que hago, so pena de sentirme muy
frustrado, porque al único que no puedo defraudar es a mi mismo.
Creo que cuando amas a alguien, con tal
intensidad y fuerza que no se pueden explicar, la vas a ‘querer bien’, con el ‘ti
volglio bene’ de los italianos y le vas a amar cuando esa persona está en sus
mejores días y le de gusto mirarse en tus ojos, o cuando conversas con ella con
la luz apagada y escuchas que el baño está perdiendo agua y te toca levantarte porque a ella le va a dar frío;
la vas a amar cuando te estés bañando y no encuentres el momento que el baño
termine para salir medio mojado, y darle un beso. La vas a amar cuando ella se
vaya de compras o cuando tengas que acompañarla; o cuando se enoje y no quiera
decir lo que le pasa, aunque le hayas explicado ‘n’ veces que odias que se
quede callada; cuando llore, cuando se sienta sola pese a tu compañía
incondicional, cuando se enoje con o sin razón, pero sobre todo cuando esté
triste y dolida, porque es precisamente cuando más necesitará de tu amor. Yo creo que cuando amas a alguien, la amas
siempre, aún cuando ella se enoje porque el perro de los dos te quiere más a
vos que ella; la vas a amar siempre, cuando cocine bien y cuando queme el
arroz; cuando te cambie de canal, cuando se suba sobre tu cuerpo, cuando se
venga, llena de placer y hasta cuando te diga, ‘mi amor, esta noche no tengo
ganas’ y te quedes preocupado; la vas a amar igual, con totalidad. Cuando esté
totalmente agotada y se sienta desecha, pero vos la veas hermosa porque está
cargando a tu pequeño y arrugado bebé que acaba de traer al mundo, la vas a
amar igual, con totalidad, pero sentirás que es más porque la emoción te eleva
del piso.
No hay un te amo hoy y mañana no. Sé que
las cosas cambian y que ‘yo no sé mañana…' cambiamos de ánimo, cambiamos de
casa, cambiamos de ciudad y hasta de país; cambios causados por hormonas convulsionadas,
cambios causados por estrés laboral, añádele que tu equipo no salió campeón, el
período menstrual, el mal momento económico del país, y el sueldo que no
alcanza a fin de mes; y de corolario,
las miserias humanas frustrando nuestro día a día… pero pese a que conozco y
reconozco todos estos factores, conozco al amor como fuerza última. Creo en el
amor, ese que cuando encuentras algo que no te gusta, te hace maldecir pensando
en la persona que tanto adoras, seguido de la forma en que tan dulcemente le
llamas, niegas con la cabeza, te sonríes entre molesto y compasivo y tienes
deseos de volver a verla para darle un beso.
2 comentarios:
Sin duda en este poco tiempo te has convertido en uno de mis escritores favoritos por todo lo que plasmas... Un excelente trabajo amigo!! La verdad es que es de lo mejor que he leído. Siga así maestro! Bendiciones
Gracias, mi estimado! Espero que te sigan gustando mis publicaciones ;)
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